9.8.04

Lisboa, día 1

Llegué ayer, tras nueve horas conduciendo. Desde el pelo hasta la nariz del rostro que forma nuestra península fui pasando por todos sus paisajes. Pero hubo uno que me dejo el corazón helado. Nada más cruzar la frontera (cada vez me parece un mayor anacronismo) me encontré con una imagen heladora: kilómetros y kilómetros de paisajes quemados. Toda esa zona de Portugal está completamente arrasada por las llamas. Llovía y el día estaba gris, lo que, además, añadía una tonalidad más triste si cabe a la funesta visión.

Lisboa me ha recibido gris, pero con una gran sonrisa. Estas dos semanas aquí van a ser magníficas, seguro. Ya os contaré.